La enfermedad celíaca es una patología crónica del intestino desencadenada por el consumo de gluten, una mezcla de proteínas que contienen algunos cereales (trigo, cebada, centeno).

La patología se manifiesta principalmente por síntomas digestivos (diarrea, dolor, hinchazón).

Las personas que sufren enfermedad celíaca experimentan una respuesta inmune anormal en el intestino delgado cuando toman gluten, que se manifiesta con inflamación y daños en la pared intestinal. En concreto, se produce la destrucción de las vellosidades intestinales. Las vellosidades son pequeñas estructuras que se forman en los pliegues del intestino y permiten la absorción de la mayoría de los nutrientes, vitaminas y minerales que se ingieren.

Cuando persiste la inflamación, el intestino dañado acaba siendo incapaz de absorber determinados nutrientes, vitaminas y minerales. Esto puede llegar a producir una grave desnutrición, a pesar de que se coma normalmente.

También pueden producirse otros síntomas como fatiga, depresión y dolor en las articulaciones. Con el tiempo pueden aparecer problemas de salud más serios.

Sin embargo, los afectados por esta patología pueden recuperar la salud al eliminar el gluten de su dieta.

¿Enfermedad celíaca o intolerancia?

La enfermedad celíaca no es realmente una intolerancia a los alimentos ya que se trata de una reacción inmune aunque comúnmente se la conozca como intolerancia al gluten. En este caso, la reacción anormal del sistema inmune se vuelve contra el cuerpo atacando el revestimiento del intestino delgado. La enfermedad celíaca es una enfermedad autoinmune inducida por la ingestión de gluten.

En realidad el término intolerancia es un concepto médico que se utiliza para indicar que x paciente no tolera x compuesto.

Se estima que entre el 3% y el 6% de la población no tiene un diagnóstico correcto sobre su patología.

¿Qué es el gluten?

El gluten es una masa de proteínas elástica y viscosa que se encuentra en los granos de varios cereales, entre los que se incluyen el trigo, el centeno y la cebada. Una gran cantidad de alimentos (como el pan, la pasta, los platos preparados, las salsas, las galletas y los productos horneados) contienen gluten, ya que su textura permite una mezcla óptima de los ingredientes.

En el caso del trigo la reacción inmune se produce contra la gliadina. En el caso de la cebada contra el hordein y en el caso del centeno contra el secalin.

Componente hereditario en el desarrollo de la enfermedad

La patología celíaca tiene un componente hereditario. Cuando un miembro cercano de la familia está afectado, la probabilidad de heredar la enfermedad es de aproximadamente el 20 %. Los principales genes involucrados en la enfermedad son los genes HLA, tipo DQ2 y DQ8. En el 95 % de los pacientes se manifiesta en el genotipo HLA DQ2 y casi todos los demás en el DQ8. Pero también encontramos el genotipo DQ2 en un 30 % a 40 % de la población. Por ello, la predisposición genética es una condición necesaria, pero no suficiente, para desencadenar la enfermedad. Como en muchos otros casos la predisposición genética tiene que combinarse con otros factores para desencadenar la enfermedad.

Estos otros elementos aún no han sido identificados con precisión, aunque se piensa que los factores ambientales (infecciones intestinales, traumas, estrés causado por una cirugía o el embarazo) pueden desencadenar la enfermedad.

Además, las personas con mayor permeabilidad intestinal tienen más predisposición a sufrir esta enfermedad, ya que presentarían más facilidad a que el gluten afecte al revestimiento del intestino delgado, desencadenando una respuesta inmune.

Posibles complicaciones de la enfermedad

La enfermedad puede tener graves consecuencias para la salud si no se adopta una dieta libre de gluten. Los problemas más frecuentes están relacionados con la mala absorción de nutrientes en el intestino. Esto puede causar:

  • Desnutrición, debido a la mala absorción de nutrientes en el intestino. La desnutrición causa fatiga, pérdida de peso, debilidad muscular y muchas deficiencias en el organismo.
  • Intolerancia a la lactosa. Debido al daño en la pared intestinal, puede haber intolerancia a la lactosa. Por lo general, desaparece al poco tiempo de adoptar una dieta libre de gluten.
  • Anemia. Debido a la mala absorción del hierro, las reservas de hierro del cuerpo se agotan, causando anemia.
  • Osteoporosis. La mala absorción de calcio y la vitamina D dan como resultado una pérdida de densidad ósea que puede provocar osteoporosis.
  • Los cálculos renales. Existe un riesgo, relativamente bajo, de sufrir cálculos renales causado por la absorción anormal de oxalatos.

También pueden producirse otras complicaciones que no están relacionadas con el daño intestinal:

  • Neuropatía (daño a los nervios). En ocasiones, pueden producirse daños en los nervios causando entumecimiento o dolor en las extremidades. En algunos casos se producen migrañas, convulsiones epilépticas y otros trastornos neurológicos.
  • Infertilidad. La infertilidad es más común entre las personas con esta patología. El riesgo se incrementaría en aproximadamente un 12%. Los abortos involuntarios también son más frecuentes.
  • Artritis. Algunas personas experimentan inflamación de las articulaciones.
  • La dermatitis herpetiforme. Está asociada con esta patología entre el 15% y el 25% de los casos. Se manifiesta por picor, sensación de ardor y aparición de ampollas rojas, especialmente en los codos, las rodillas y las nalgas.
  • Algunos tipos de cáncer. Esta enfermedad está relacionada con el riesgo de sufrir linfoma intestinal, cáncer de intestino y otros tipos de cáncer.

¿Cuántas personas se ven afectadas por esta enfermedad?

Los datos fluctúan mucho ya que el diagnóstico no está siempre demasiado claro. Los expertos y las asociaciones de pacientes creen que la enfermedad es más común de lo que la gente piensa y que muchas personas la padecen sin saberlo.

También es posible que la persona no asimile bien el gluten pero no por ello sufra celiaquía. Existen otras afecciones que pueden provocar diferentes molestias al paciente y fácilmente puede confundirse con la enfermedad. Muchas personas desarrollan sintomatología negativa tras consumir gluten pero no han sido diagnosticadas como celíacas. En estos casos es recomendable acudir al médico de inmediato, pues será este el encargado de realizar las pruebas pertinentes para diagnosticar la patología que esté sufriendo el paciente e indicar el tratamiento oportuno.

Diagnóstico de la celiaquía

El diagnóstico a menudo es largo y difícil debido a la gran variedad de síntomas. El médico debe eliminar primero la posibilidad de que sea un problema digestivo común (como el síndrome del intestino irritable, intolerancia a la lactosa o una enfermedad inflamatoria del intestino).

Para realizar el diagnóstico concreto suelen seguirse 3 pasos:

El primero es una prueba de sangre que puede detectar el nivel de ciertos anticuerpos (transglutaminasa anti-endomisio o anti-tejido). Su presencia en grandes cantidades indica que el cuerpo reacciona anormalmente al gluten. Este examen proporciona información sobre quién es más probable que tenga la enfermedad, especialmente en familias con antecedentes familiares.

Luego se toma una muestra de tejido (biopsia) del intestino delgado. Se inserta un tubo delgado y flexible (un endoscopio) hasta el intestino delgado. En caso de padecer esta enfermedad las vellosidades del intestino ya no son visibles, ya que el sistema inmunitario las ha destruido total o parcialmente.

Por último, el resultado de una dieta libre de gluten confirma o invalida el diagnóstico. Es muy importante que antes de comenzar una dieta libre de gluten se consulte con un médico dado que, de lo contrario, el diagnóstico puede ser más difícil de hacer. Es necesario haber consumido gluten durante los meses anteriores a los análisis de sangre porque, de lo contrario, el resultado pueden distorsionarse.

Principales síntomas

Los síntomas y su intensidad varían mucho de una persona a otra. En algunos casos no se nota ningún tipo de síntoma y la enfermedad transcurre de forma silenciosa.

Por regla general lo más frecuente son los problemas digestivos. Los síntomas más frecuentes son:

  • Diarrea crónica, algunas veces alternando con estreñimiento.
  • Dolor abdominal, gases e hinchazón.
  • Náuseas.
  • Anemia.
  • Falta de apetito.
  • Cambios de humor e irritabilidad.
  • Cansancio.
  • Anomalías del esmalte dental.
  • Pérdida de peso.
  • Palidez.
  • Estado depresivo.
  • Dolor de huesos y articulaciones.
  • Calambres musculares.
  • Infertilidad o falta de menstruación.
  • Entumecimiento o dolor neuropático en las extremidades.
  • Erupciones en la piel.
  • Úlceras en la boca.

¿Quién es más propenso a sufrir esta enfermedad?

La enfermedad puede producirse en cualquier edad. Puede aparecer en niños pequeños a partir de los 6 meses o después de la introducción de cereales en su dieta. También puede producirse en la edad adulta. Las mujeres son más propensas que los hombres a desarrollar esta patología.

Las personas que tienen un pariente cercano con esta enfermedad tienen más probabilidades de desarrollarla.

La enfermedad también es más frecuente en personas con otras enfermedades autoinmunes como el lupus, la diabetes tipo 1, la artritis reumatoide y la tiroiditis de Hashimoto. También suele presentarse en personas que padecen el síndrome de Down.

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo son los factores genéticos (presencia de genes HLA DQ2 y DQ8). Por otro lado, parece que los hábitos alimenticios del bebé también podrían influir en la aparición de la enfermedad.

¿Podemos prevenir esta enfermedad?

Debido a la falta de conocimiento sobre las causas concretas que desencadenan la enfermedad, actualmente no hay forma de prevenirla. Sin embargo, los investigadores creen que los padres sí pueden reducir el riesgo de que sus hijos sufran esta patología mediante la adopción de simples hábitos de nutrición:

  • Respecto a la lactancia materna: es aconsejable seguir amamantando al bebé mientras se introduce en su dieta los alimentos que contienen gluten.
  • Introducir los cereales en la dieta del bebé a la edad recomendada (nunca antes de los 3 meses ni después de los 7 meses)

Tratamiento

Importante: si sospechas que pueden tener celiaquía debes consultar con un médico antes de comenzar una dieta libre de gluten. Muchas enfermedades tienen síntomas que pueden confundirse con los de la intolerancia al gluten y la adopción de una dieta sin gluten sin un asesoramiento médico previo puede hacer que el diagnóstico sea más difícil de establecer.

No existe una cura definitiva para esta enfermedad. El único tratamiento posible es adoptar una dieta sin gluten de por vida. La adopción de una dieta libre de gluten generalmente permite eliminar por completo los síntomas de la enfermedad, tratar las deficiencias que causa en el organismo y prevenir posibles complicaciones.

En la gran mayoría de los casos, los tejidos de la pared intestinal vuelven a la normalidad con una dieta libre de gluten. Los síntomas de la piel (dermatitis herpetiforme) también desaparecen cuando se inicia la dieta. La “curación” puede producirse en pocas semanas, pero en algunas personas puede tardar entre dos y tres años aunque es muy raro que los síntomas persistan después de varios meses con una dieta libre de gluten.

¿Cómo seguir una dieta sin gluten?

Para seguir una dieta libre de gluten hemos de eliminar la ingesta de todos los cereales que contienen gluten, los subproductos de estos cereales y los productos elaborados a partir de estos subproductos. Por ello, estará prohibido consumir muchos alimentos. Pero el gluten no se encuentra únicamente en la mayoría de los cereales y sus harinas, también está presente en multitud de alimentos preparados. Es necesario vigilar mucho la alimentación dado que una pequeña cantidad de gluten puede dañar el intestino y volver a hacer reaparecer los síntomas de la enfermedad.

Alimentos que no deben ingerirse en una dieta sin gluten

  • Los granos que contienen gluten: trigo, cebada, centeno, espelta (un tipo de trigo), kamut (una variedad de trigo) y triticale (un híbrido de centeno y trigo).
  • La mayoría de los productos horneados: pasteles, pasta en cualquier forma, galletas, cereales para el desayuno, galletas que contienen gluten.
  • Muchas comidas preparadas: muchos alimentos aparentemente inofensivos contienen gluten entre sus ingredientes, tal y como sucede con los yogures de frutas, los helados, las mezclas de chocolate, los cubitos de caldo, las salsas, los quesos caseros bajos en grasa, la crema agria, algunas carnes, salchichas enlatadas, salsas de tomate, sopas, mantequilla de maní, etc. En estos alimentos el gluten se utiliza como aglutinante y suele pasar desapercibido entre la extensa listas de sus ingredientes.
  • Malta, almidón (trigo, cebada, centeno, etc.), proteína vegetal hidrolizada y proteína vegetal texturizada. El seitán, que es un alimento esencialmente hecho de gluten de trigo.
  • Cervezas (excepto aquellas etiquetadas sin gluten).
  • Ciertos medicamentos y vitaminas, cuyo recubrimiento puede contener gluten (almidón). A la hora de tomar vitaminas, debemos elegir aquellas que son hipoalergénicas, sin trigo y sin levadura.
  • Las bebidas alcohólicas hechas de malta (o derivadas de trigo, cebada o centeno), como la ginebra, el vodka y el whisky son potencialmente dañinas. Aunque la destilación parece eliminar en gran medida el gluten, los médicos recomiendan evitar estas bebidas como medida de precaución.
  • Algunos lápices de labios también pueden contener trazas de gluten.

Hay que ser muy precavidos al guardar y cocinar los alimentos, ya que corremos el riesgo de que se produzca una contaminación cruzada. La contaminación puede producirse cuando los productos sin gluten se preparan en platos que han estado en contacto con alimentos que contienen gluten y que no han sido lavados en profundidad. Hay que evitar el intercambio de utensilios (cuchara, cuchillo, tenedor) con personas que no siguen la dieta libre de gluten. La tostadora, por ejemplo, debe ser para uso exclusivo de la persona que sigue una dieta libre de gluten.

Por desgracia, los cereales que no contienen gluten se contaminan durante el proceso de producción, procesamiento y envasado. Por lo tanto, para mayor seguridad, se recomienda limitarse a consumir productos que contengan la etiqueta “sin gluten”.

Aunque la avena normal no contiene gluten, sí que hay un alto riesgo de contaminación cruzada, ya que la avena a menudo se cultiva, transporta y almacena en los mismos ambientes que los cereales o productos alimenticios que contienen gluten.

Productos sin gluten: no todos son buenos para la salud

Cuando tengamos que seguir una dieta libre de gluten es importante reemplazar adecuadamente los alimentos que hemos excluido de nuestra alimentación. El impacto de estas restricciones en la ingesta de proteínas, vitaminas, minerales y otros nutrientes puede ser negativo. Debemos ver cómo reemplazar los nutrientes esenciales contenidos en los alimentos con gluten tradicionales que se consumen normalmente. Por ejemplo, el pan y los cereales a menudo están fortificados con hierro y vitamina B (especialmente B9, ácido fólico), mientras que los panes y cereales sin gluten no llevan este ingrediente añadido. Por lo general, los productos sin gluten contienen baja cantidad de fibra y proteínas y niveles más elevados de azúcares y aditivos. Por ello, hay que tener mucho cuidado al elegir los alimentos de sustitución.

Dieta sin gluten: la importancia de consumir alimentos frescos

La dieta de una persona con intolerancia al gluten debe enfocarse en el consumo de alimentos frescos y evitar, al máximo, los productos procesados. Se aconsejan los siguientes alimentos:

  • Frutas y verduras.
  • Carne, pescado y aves de corral, sin empanar ni marinar.
  • Legumbres y tofu.
  • Algunos cereales: arroz, mijo y quinoa.
  • Patatas.
  • Algunas harinas: arroz, maíz, garbanzos, soja.
  • La mayoría de los productos lácteos se pueden comer, pero las personas que no los toleran bien es preferible que los eliminen de su dieta durante unos meses.

Medicamentos para la patología

En casos raros (menos del 5%), la dieta sin gluten es insuficiente para controlar los síntomas de la enfermedad, sobre todo en casos de enfermedad refractaria. Para prevenir posibles complicaciones el médico puede recetar determinados medicamentos. Con mayor frecuencia son corticosteroides (esteroides antiinflamatorios, prednisona o hidrocortisona). Estos fármacos se pueden usar, en determinados casos, junto con la dieta libre de gluten para acelerar la remisión de la enfermedad en casos severos. Si aparecen erupciones suele recetarse dapsona, una droga antibacteriana.

Consejos para celíacos

Además de la dieta libre de gluten y de los medicamentos que sean necesarios también es importante adoptar determinados hábitos:

  • Se aconseja masticar bien los alimentos antes de tragar, ya que con ello se mejora la absorción de nutrientes.
  • Las bacterias que se encuentran en el yogur (sin gluten) pueden ayudar a equilibrar la flora intestinal.
  • Cuando se come fuera de casa hay que pedir platos sin gluten.
  • Cocinar los platos con suficiente anticipación es una forma de asegurar que se planificarán bien los ingredientes y se evitará introducir alimentos con gluten.
  • Al ir a comer o cenar a casa de amigos y familiares hemos de informarles sobre los ingredientes que no podemos comer. 

Conclusión

El mayor problema que existe actualmente con la celiaquía es la gran confusión entre la enfermedad y otras afecciones derivadas del consumo del gluten. Por otra parte, hay que evitar una dieta estricta sin gluten si no tenemos un diagnóstico previo adecuado realizado por el médico. Una vez que el diagnóstico se confirma firmemente, se puede seguir una dieta libre de gluten para confirmar si los síntomas de la enfermedad desaparecen al dejar de consumir alimentos con gluten.

Fuente: www.tusaladeespera.es