Los corticoides pueden presentar en ocasiones efectos secundarios.
Se emplean para una gran variedad de afecciones como la artritis, el asma, el lupus o eccemas.
Los corticoides se utilizan en el tratamiento en numerosos tipos de patologías. Estos son varios: la cortisona, la hidrocortisona y la prednisona. Se caracterizan porque imitan las hormonas de las glándulas suprarrenales, ubicadas en la parte superior de los riñones. Se emplean para tratar el asma, las artritis, enfermedades autoinmunes como el lupus o la esclerosis múltiple, eccemas o erupciones cutáneas y también algunos tumores, entre otros.
Cómo actúan
A pesar de su utilización en distintos trastornos de salud, estos medicamentos tienen efectos secundarios importantes. Es por ello que se tienen que seguir las recomendaciones médicas para paliar los posibles efectos adversos y así conseguir que los beneficios superen a los riesgos.
Al tomarlos ayudan a reducir la inflamación que presentan ciertas enfermedades y entonces se reducen sus síntomas, como por ejemplo la artritis. Otro de los efectos de estos fármacos es la supresión del sistema inmunitario, por lo que se utilizan también en patologías autoinmunes.
Existen distintas formas de administración, ya sea mediante tabletas, cápsulas o jarabes, ya a través de sprays o inhaladores (en el caso del asma), y por vía tópica a través de cremas o incluso en forma de inyección.
Efectos secundarios
Al conjunto de estos medicamentos se les llama corticoesteroides. Su tratamiento debe ser pautado y controlado, porque pueden crear a su vez otros problemas de salud. En el caso de los orales, pueden elevar la presión arterial, provocar glaucoma, retención de líquidos, alteraciones en el humor a aumento de peso.
En los inhalados si parte del medicamento se instala en la boca, puede generar ronquera o candidiasis bucal. Los tópicos, rojeces o formación de acné. Algunos de los efectos de los inyectados son adelgazamiento de la piel o cambio del color de la misma.
En cualquier caso, si se empiezan a presentar síntomas asociados a la ingesta de corticoesteroides lo más aconsejable es que se lo comentemos a nuestro médico. Este puede contemplar la posibilidad de bajar la dosis o cambiar de forma farmacéutica, aunque esta es una decisión que solo podrá valorar el experto. El tratamiento no se puede suprimir tampoco por voluntad propia, debe ser de forma gradual, porque de lo contario puede resultar nocivo. Además, es vital cuidar la dieta para controlar el peso y se recomienda hacer ejercicios que fortalezcan la musculatura y los huesos.
Fuente: www.65ymas.com