Hace tiempo nuestra querida María del Mar Aguilera, me pidió un escrito para compartirlo en las redes de nuestra Asociación. Comparto estas líneas como Presidenta de AUGRA, que surgen de mi experiencia en esta época tan complicada y con mi firme propósito de no dejarme vencer.
Muchas gracias por estar siempre.
Un abrazo.
Luisa Hornos

 

A PARTIR DE MAÑANA

A partir de mañana, me pintaré los labios de rojo y mi sonrisa iluminará mi rostro, el mismo con el que sonreiré a los demás cuando derrotemos a las máscaras que ocultaron nuestro sufrimiento.
A partir de mañana, corto los candados de esta cárcel sin barrotes, sin más carcelero que mi propia responsabilidad para que la enfermedad no fuera a más.
A partir de mañana, seguiré respetando los límites impuestos por esta debacle que nos oprime el corazón, pero el mío será libre.
Este año mi corazón se secó, las palabras se desvanecieron y la soledad fue mi absoluta compañera. He resistido y sé que puedo soportarlo todo, pero no quiero vivir soportando nada.
A partir de mañana, recuperaré las palabras olvidadas y guardaré todos los abrazos perdidos para cuando pueda volver a abrazar. Los repartiré generosamente entre los que deseen ser abrazados, entre los míos y los distantes, tan necesitados como yo.
A partir de mañana, volveré a pelear las batallas y ganaré algunas, como antes, aunque sepa de antemano, que nunca venceré esta guerra, en la que tanto, he perdido. Vivir con enfermedad no es un camino grato, caes y te levantas, vuelves a tropezar y una vez más te pones en pie. A ratos, no tienes fuerzas, te agarras a cualquier pasamanos para continuar, en ocasiones, a los afectos más cercanos, otras veces, a momentos que recuerdan que lo lograste, porque siempre se puede, aunque las cicatrices sean aún visibles. Nuestros pasos son más dificultosos, nuestra vida más ajetreada, hacemos lo que todos, pero con una doble agenda, la de la vida y la del hospital. Años registrados, afortunadamente se nos difumina el dolor pasado, al contrario, nos volvemos agradecidos con la vida, saboreamos los momentos en los que parece que todo está bien y miramos el presente con amor, porque aprendemos a valorar ese espacio que nos pertenece.
Este aislamiento, desdibujó años de aprendizaje, nuestro auto confinamiento, reforzó la inseguridad de nuestra autoinmunidad. Protegernos de la amenaza, porque señalados como diana, temíamos un destino fatal. El miedo y la desesperanza arruinó nuestro tiempo y en mi caso, secó mi tierra tan trabajada para albergar todo lo que aconteciera.
El trabajo me salvó, he visto tanta necesidad que no he tenido tiempo para reparar en todo lo que he dejado atrás: las ilusiones dormidas, los relatos no contados, las risas olvidadas y el amor que siempre nos salva, aparcado en un desgüace de sentimientos rotos.

A partir de mañana, me cogeré de la mano y con corazón inquieto saldré a pasear, no ahogaré ningún te quiero porque no pueda llegar a su destino y lo dejaré volar para que aterrice. Los “te quiero” siempre encuentran un lugar.
A partir de mañana, ninguna cadena me impedirá volver a sentir. Los muros no están en el confinamiento, las jaulas las construimos nosotros. Destruye tu aislamiento y siéntete libre para vivir, sin miedo, con esperanza y rodéate de amor.